La 80ª edición de La Vuelta a España, con escaso atractivo deportivo hasta el momento, ha estado marcada más por conflictos extradeportivos que por la competición en sí. El centro de la polémica lo ocupa el equipo Israel–Premier Tech (IPT). Desde la llegada de la carrera a Catalunya, se han producido protestas pro-palestinas, etapas neutralizadas y un debate inevitable: ¿es legítimo que un equipo con vínculos institucionales con Israel participe mientras el conflicto en Gaza sigue escalando?

El ciclismo interrumpido por la política
El detonante se produjo en la contrarreloj por equipos en Figueres, cuando un grupo de activistas bloqueó la carretera frente a IPT mostrando pancartas contra “el genocidio en Gaza”. El incidente duró segundos, pero obligó a neutralizar la carrera y a conceder 15 segundos de compensación al equipo, aunque el daño simbólico ya estaba hecho.
No es la primera vez que la Vuelta sufre boicots en territorio catalán. En 2023, se intentó verter 400 litros de líquido aceitoso en la carretera entre Súria y Arinsal mediante un mecanismo con bidones y activación remota, operación que acabó fracasando. Este año, además, las protestas se extendieron a Bilbao, donde varios manifestantes irrumpieron en los últimos kilómetros obligando a suspender la etapa sin vencedor ni podio. La UCI condenó lo sucedido, La Vuelta estudia medidas legales y el equipo israelí se mantiene firme: “Retirarnos sería un precedente peligroso”.
Quién está detrás del equipo
El equipo fue bautizado en 2105 como Israel Cycling Academy, el objetivo del patrocinador era muy claro: promocionar el ciclismo profesional israelí y mejorar la imagen internacional de su país. Quien más puso de su parte fue Sylvan Adams, un empresario y magnate inmobiliario enamorado de su país y aficionado al ciclismo. Ha financiado proyectos como la salida del Giro d’Italia en Jerusalén en 2018.

Otro gran impulsor del proyecto fue Kevin Ham, inversor proveniente del sector tecnológico, aunque su exposición mediática es menor. El patrocinador principal: Premier Tech, es una multinacional canadiense dedicada a la tecnología ambiental y automatización. Su relación con la política israelí es inexistente; se limita a una estrategia de marketing deportivo. Entre los patrocinadores secundarios predominan marcas de ciclismo sin vínculos con Oriente Medio.
El vínculo con Israel
El equipo no oculta su identidad: nació para reforzar la imagen internacional del Estado de Israel y así lo refleja su nombre. Adams ha declarado en múltiples ocasiones que concibe el deporte como “soft power” para contrarrestar la narrativa negativa sobre su país. Sin embargo, no existe evidencia de financiación estatal ni relación con la industria armamentística. La estructura se sostiene principalmente con capital privado y acuerdos comerciales.
Esto no evita que el proyecto se interprete como una herramienta diplomática. Ahí radica el argumento de los manifestantes: no es solo un equipo ciclista, también es un instrumento político con repercusión internacional.
La plantilla es internacional: australianos, italianos, belgas, canadienses. Ninguno de ellos está vinculado al conflicto en Gaza. Son profesionales que cumplen un calendario UCI. Atribuirles responsabilidad por el origen del equipo es, como mínimo, injusto.
El dilema para La Vuelta
La organización se enfrenta a una decisión compleja. En el caso que cedieran ante las presiones y vetaran al equipo israelí, supondría abrir la puerta a que cualquier protesta política derivara en acciones deportivas. Convirtiendo así La Vuelta (carrera deportiva) en un escaparate de manifestaciones políticas. Cabe destacar que ni en el Tour ni en el Giro han habido estos problemas.

Las comparaciones con la actuación de la UCI en el caso del veto al Gazprom-RusVelo en 2022 en relación al conflicto en Ucrania no tiene nada que ver. Gazprom es una empresa estatal rusa, pieza clave en la financiación del Kremlin. El caso israelí es diferente: el capital del IPT es privado, no público a diferencia del equipo ruso, la vinculación del equipo con las actuaciones en oriente medio son inexistentes.
Por ahora, La Vuelta está soportando las críticas y manteniendose firme ante los empujes de los progresistas. Optan por reforzar la seguridad y mantener la neutralidad, separando política de deporte. Pero el riesgo de que el ciclismo quede atrapado en disputas políticas sigue vigente.
¿Boicot justificado o mero simbolismo?
Con la información disponible, las preguntas de los manifestantes deben responderse con precisión:
- ¿Tiene sentido boicotear a IPT? Existe un vínculo simbólico e institucional, pero no hay pruebas de financiación militar.
- ¿Están relacionados con lo que ocurre en Palestina? Solo en términos de imagen y diplomacia deportiva.
- ¿Son culpables los ciclistas? No. Su papel es profesional, no político.
El debate no tiene una solución sencilla. Independientemente de la solución que tenga el conflicto, el ciclismo no tiene la culpa, y todos los integrantes del equipo iraelí (NO de dicha nacionalidad) menos aun, y son quienes están recibiendo amenazas infundadas. Que se boicotee a los políticos, no a los deportistas, ellos no tienen la culpa, solo hacen su trabajo.


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Este contenido ha sido escrito por Raúl Prada, ciclista habitual de MTB y carretera desde hace más de 10 años. Las pruebas y análisis reflejan experiencias reales con este material en rutas o estudios profundos realizados con criterio estricto.
